El Espíritu es lo que yo llamo lo que subyace y es finalmente causal de toda vida. El genoma no causa la vida
que dicta la forma que se necesita. El problema con la mayoría de la terapia, alopática o complementario y con la mayoría de la religión, corriente principal o franja, es que se centra no sólo en la forma sino en la forma que resulta de la vida de la forma no digerida sobre la forma. El paquete ha reemplazado el contenido. Hemos perdido la confianza en el proyecto, la intencionalidad original del ser. El intelecto, ya una cristalización en la forma personal se ha convertido en primordial, en lugar de ser una herramienta. No es posible trabajar con el Espíritu desde la forma, sólo es posible llegar a ser el Espíritu. Esto requiere un abandono de la división, la separación para recordar la comunalidad. Harold D. Roth en su hermosa traducción de un antiguo texto taoísta en Original Tao (Columbia University Press 1999) establece el caso como este: – En cuanto al Camino: Es de lo que la boca no puede hablar, Los ojos no pueden ver, Y los oídos no pueden oír. Es aquello con lo cual cultivamos la mente y alineamos el cuerpo. Cuando la gente la pierde, mueren; Cuando la gente lo gana florece. Cuando los esfuerzos lo pierden, fracasan; Cuando lo ganan tienen éxito. El Camino nunca tiene una raíz o un tronco, nunca tiene hojas o flores. La miríada de cosas son generadas por ella; La miríada de cosas se completan con ella. Lo designamos «el Camino». Tratemos de trabajar desde el Espíritu y en la quietud del potencial absoluto donde no hay dolor.