Se ha marchado. Y lo ha hecho mansamente. De puntillas. En paz. Se ha marchado caminando con los pies descalzos, con paso breve y sin hollar la Tierra, como caminan los Maestros cuando emprenden el camino a Casa.
Se ha marchado y su silla, hoy más que nunca, se ha quedado vacía.
Se ha marchado Mike Boxhall. Mike, el Maestro. Mike el Grande, el Generoso, el Sabio, el Alto. Mike, el Mortal. Mike, ya para siempre Inmortal.
El hueco que deja es inmenso. Profundo, perenne, inabarcable y azul como sus ojos.
Mike ya está en Quietud. ¡Alegrémonos! Celebremos ese logro, la conquista de ese estado infinito del que tanto nos habló a su paso por nuestras vidas.
Y recordemos siempre sus palabras, que se quedan con nosotros, aquí abajo, fluyendo como un río que no acaba. Resonando en el aire como el zumbido amable de las abejas cuando van hacia las flores:
«Lo importante es la enseñanza, no el Maestro».
Gracias por todo, Mike. Nuestro corazón hoy late y camina junto al tuyo.
Hasta siempre, Maestro.